Pocas palabras para un sinfín de ideas que papalotean en la memoria volátil de un ajeno misterio.
¿Cómo se escribe o par quién? ¿Para ti? ¿Para mí? ¿Para ellos? ¿En qué momento nos convertimos en marionetas del tiempo e imitadores del espacio?
Cuando se pierde la calma y el viento golpea contra la espalda desnuda no queda opción a la prórroga, las manos que tocan el vientre alteran las palabras inquietas en la lengua de sol. Eres quien espía detrás de las cortinas para encontrar una belleza que jamás poseerás. Escribes por inercia, sin saber las letras y te quedas muda frente al papel. Escuchas murmullos y sólo en tu aliento encontrarás el sabor a carboncillo que mancha tus dedos, dejarás el lápiz en el momento que entiendas el porqué del ayer y el mañana en tu sonrisa.
Sigo teniendo miedo a lo que suceda, a encontrar en las respuestas más preguntas. De saber que el final es necesario y no aceptarlo, de no encontrar en tu mirada instantes para mí.
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