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Mostrando entradas de 2014

Mientras todo y nada

En mi reloj ya no son las 11:34, y desde ese día ha pasado no sé cuánto tiempo.  Estos últimos días transcurren con la calma del caracol, lentos, y hasta babosos, y yo sigo cayendo en la espiral, apropiándome de palabras y canciones ajenas. Las diferentes ausencias marcan la piel, la cicatriz en mi frente sigue intacta, tú no, y duele, Duele que con el paso de las lunas el recuerdo disminuya, ¿y si termino por olvidar (los), y si con el año también se escapan sus labios. sus largos abrazos? No soy yo quien corre, no soy yo quien se aleja, aunque muchas veces quiero huir y esconderme en el caparazón de aquella tortuga que triplicaba mi edad.  Aquí, a veces, los fantasmas siguen haciendo ruido, los suyos y los míos, y la nostalgia llega, y el quizá desespera, y sus miedos se vuelven míos y las palabras se acumulan e intento adivinar cuándo se está listo... para lo que sea, para ver llover, para sonreír, para ser, para dejar los miedos y tanta estupidez acumulada con los días. Y m

PARA NO OLVIDAR

Llueve, es 2 de octubre, el día que no se olvida, yo sé poco de todo y escribo de lo que sé, en este caso, de lo que siento.  Hoy escribo para recordar aquel día en que la ciudad se vistió de rojo, me duele la muerte de estudiantes, de profesores, de niños, de mujeres, de policías. No viví el 68, pero vivo y siento las muertes diarias, los asesinatos, los secuestros, los golpes, el silencio, los asaltos, el miedo. Me resulta imposible no estremecerme con la indiferencia de la que, estoy consciente, yo también formo parte. Vivimos al margen de nosotros mismos, olvidamos, nos volvemos fríos y aceptamos la violencia como algo cotidiano, olvidamos las sonrisas, los abrazos.  Sería genial volvernos un poquito más humanos. PARA NO OLVIDAR  Que no se olvide el olor de la sangre,  en las plazas, en las calles,  que no se olviden los asesinatos aislados,  que no se olvide el dolor y la ausencia,  las camas vacías, la ropa sucia teñida de sombras, que el sonido del odio no alcan

Herminio Martínez, hombre de temporal

Una vez más, agosto se tiñe de tristeza, el dragón ganó la batalla y mi maestro Herminio Martínez regresó al viento de Machigua.  Qué difícil es saberse efímero, saberse frágil, mortal, qué difícil es despedirse de quienes han marcado tu vida. Maestro Herminio, gracias por tanta inspiración, por las palabras, por las anécdotas, por creer en quienes asistimos al taller "Diezmo de palabras". Gracias por hacerme saber que la literatura da vida, y es así que usted seguirá vivo en sus letras, en cada metáfora, en cada palabra, incluso en este blog que lleva por nombre uno de sus versos. Hace unos meses hice una reseña de la poesía de este gran escritor, la dejó aquí.  A los pies de Machigua Herminio Martínez nació el 13 de marzo de 1949, en la Cañada de Caracheo (Cortazar, Guanajuato), a los pies de Machigua, nombre con que ha bautizado al Cerro de Culiacán. Creció con la naturaleza, entre cantos de pájaros y árboles que lanzaron al viento sus letras.
Y ella sigue ahí, en él. Difícil entender que el pasado tenga tanto peso sobre la memoria, que nos regrese, una y otra vez, al mismo recuerdo, el instante en que comenzamos a morir. No puedo con los fantasmas, menos si esos fantasmas siguen tan presentes, si recorren las palmas de sus manos. No soy buena remendando heridas.

DOÑA JULIA

¿Cómo será perderlo todo en un suspiro? ¿Qué te obligó a renunciar?  La vida cansa, quizá sea verdad. Han pasado cuatro años de tu muerte, y aquí pasan y dejan de pasar cosas, momentos, llantos, sonrisas. Hay caras nuevas en la familia, ésta crece y crece y, al parecer, también olvida, pero no a ti, eso es seguro.  Te recuerdo de sonrisa coqueta y mirada inquebrantable, te recuerdo con el amor que nos enseñaste a sentir , a tu manera, a nuestra manera.  Tu ausencia es un golpe a la memoria, un insulto a mis días en el espejo.  Pero te cuento, estoy aprendiendo a hablar de ti sin llorar en el intento.  Te abrazo, de aquí a donde estés, doña Julia. DOÑA JULIA Ella es inalcanzable Estatua perfecta de la inmensidad. Fragmento de estrella fugaz que recorre insistentemente las plantas de mis pies. El misterio se resuelve al encontrarme en su mirada, seres marrones que seducen, liberan, cautivan. El ayer se pasea por sus manos, juega, discute y se rin
Como si importara que el tiempo se quede en mis manos, la huella que indudablemente dejan los años, como si importara que mis silencios se cubran de sinsentido y ruido, no soy más que ese interminable olvido, al que todos, casi todos, me envían. No hay palabras esta noche, no hay nada más que pesimismo, ese que se queda impregnado en la piel, en los labios. Déjame, esta noche, alzar la voz y aniquilar cualquier rastro de verdad, lléname de mentiras si eso me permite ser real.

Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida.

Hace unos días vi unos videos de Guanajuato y, lectores (si es que los hay), se me erizó la piel. Sí, se me llenaron de recuerdos los labios y de sal las mejillas, Guanajuato fue algo así como el primer amor, y me deslumbró.  Hace ya ocho años de aquel acontecimiento, llegar a la ciudad de cantera me llenó de emociones diferentes, la nostalgia por la casa paterna/materna (y eso que regresaba a Cortazar cada semana), el miedo de no saber a qué me enfrentaba, la alegría de reconocerse en el otro, ese otro que de alguna manera se sentía igual que tú. Hermosa facultad de Filosofía y Letras (ahora dividida en Departamentos), cómo olvidarte, cómo olvidar el café de olla de don Migue, las pláticas en los pozos, las posadas en el patio de la facultad, el baile del torito, el agua de chía los Viernes de Dolores. Profesores que marcaron de una u otra manera a quien hoy escribe. A Valenciana le debo el inicio (ni bueno ni malo) en las Letras. Y en esto continúo, de terca.  Cómo no re

ESTÍO

A esta ciudad le tiemblan las entrañas,  y no estarás para ver cómo nos hundimos, cómo, de entre los escombros, surgirá el miedo, pues estamos hechos de ira, de dolor.  Ya se camina entre fantasmas, muecas de hambre, niños que no comprenden tanta ausencia, no conocen el sonido de la risa, el rojo de las calles lo inunda todo, lo destruye todo. Cuando regreses no encontrarás la casa de tus padres, tus hijos habrán destrozado cada uno de los muros y no verás de nuevo la sonrisa de los tuyos, para entonces, se habrán desgarrado los recuerdos, se encargarán de fragmentarse, de volverse nada. Lo olvidaba, no regresarás, te convertiste en polvo y lanzaste al aire tu espíritu libre. Berenice Patiño Roa. Junio de 2014

El vuelo de Julia

Lo olvidaba, no regresarás, te convertiste en polvo y lanzaste al aire  tu espíritu libre.

No son los mismos días, aunque lo parezcan.

Dice mi calendario que se me han escapado los días y ya es junio. Y no es el junio de su cumpleaños, ni el junio del no cumpleaños de ella, porque debió ser ella, porque alguna vez, en otro día que no es ahora, la soñé. Tampoco el junio de 2012, en donde mis días tomaron un camino diferente al del fantasma de tantos años, aquel fantasma que anduve arrastrando a través de los espejos, no es ese junio en el que me liberé del peso de la ausencia, para estamparme con un rostro lleno de otoños, del que aprendí tanto y me ayudó a construir otra historia.  No es aquel junio de enfermedades, llantos, decepción. No son los mismos días, aunque un día se parece a otro, y a otro, y a otro y parece que volvemos siempre al inicio, a los mismos miedos, a la mierda de todos los días, el mismo infierno en las calles, la misma, y tan recurrente, soledad en las sábanas; sin embargo, no son los mismos días, en estos ya hay una que otra sonrisa.  Este es el junio de Mundial, algunos verán el fucho y ot

Atardeceres

Yo también tengo atardeceres y nubes de coral. Déjenme sentir el viento en la cara  y llenar la ausencia  de misterios y azar. 

De cómo las Hojas llegaron a Puebla, y las palabras que les debo.

Viernes 11 de abril. A todos se nos hizo un poquito tarde; unos en autobús, otros en automóvil, alguien se cansó porque llevaba tacones (a quién se le ocurre), los del auto se perdieron un poco, pero al final, en una curiosa caja de chelas Victoria, llegaron las revistas.  Me dijeron que me tocaba hablar, pero como ya todos saben, eso no es lo mío, así que dejé que Abraham irradiara toda la energía y emocionara a la banda que estaba en la sala; después, yo me dediqué a tartamudear, pero bueno, aquí es donde entra mi choro, aquello que no pude decir:  Creo en las Hojas, he visto cómo han ido evolucionando, cómo comienzan a tomar forma, cómo mis compañeros, y amigos, ponen energía y pasión en ella, tenemos nuestros momentos de pereza (que pueden parecer muchos); sin embargo, seguimos en el intento, ¿qué buscamos? No estoy segura, al menos, yo estoy buscando encontrarme, o perderme, en cada uno de los textos que han formado parte de estas hojas volanderas, en las ilustraciones, en la

OJALÁ QUE EL RECUERDO TE BASTE

A la memoria de lo que alguna vez fuimos, o lo que yo construí en mi imaginación. OJALÁ QUE EL RECUERDO TE BASTE Ojalá que el recuerdo te baste cuando los brazos se alejen, cuando la tuberculosis te reduzca a cenizas y la obscuridad arrebate tu voz. Ojalá que la cobardía no los mate y que el mezquite conserve su olor. ¿Qué pasará cuando renuncies a tu sangre? Cuando arranques las ramas de ese árbol que los une. Cuando los hijos que no tuviste te confinen al olvido y te cubran de ausencia. No cabe duda de que la casa se cae a pedazos y los cuartos guardan el rencor de los días. ¿Qué pasará en el momento en el que olvides las raíces que te unieron a la tierra? Berenice Patiño Roa. Abril 2014

Es verdad que se escribe del recuerdo

Que no se me escape marzo sin que yo escriba algo, lo que sea, qué más da, nadie lo leerá. xD Sigo con las preguntas en la lengua, porque sigo con el temor de que las respuestas no sean lo que yo quiero escuchar, al parecer no han cambiado muchas cosas en muchos años. ¿Será que algún día pueda gritar sin temor?  ¿Será que algún día la libertad nos sea concedida? Pero, si eso sucede, qué haremos con ella. ¿A dónde nos conduce la libertad? ¿De qué nos sentimos prisioneros? Yo, yo de este terrible mutismo, le temo al silencio y estúpidamente es lo único que puedo ofrecer. Mis días han cambiado y toman, de repente, un rumbo extraño, no sé cómo sentirme, no sé qué sentir. No sé si él se acerca o se aleja, no sé si lo intenta, si quiere intentarlo, y entre sus dudas y las mías, sólo sonreímos, esperamos... esperamos que el viento fluya, hay que dejarse llevar, dicen por ahí y por allá. Creo que los dos extrañamos parte de nuestro pasado, pero... ¿cuánto tiempo más seguiremos así?, en

Empezar por el principio

Empezar por el principio es el primer libro del año que me han regalado, creo, y últimamente TODO se reduce a ese título, comenzar de cero, comenzar de la nada, reconstruir o construir, depende de cómo lo veamos; empezar de nuevo, dije yo.  Dejé al fantasma de años, pero me he creado otros, y estos tienen sus fantasmas, así que todo sigue siendo un vil círculo vicioso entre el pasado y un presente cada vez más confuso y extraño. Quiero aprender a confiar, a gritar, a caminar, paso a paso. Aprender a querer (lo), a sentir, a entender la vida de una manera diferente, y puede resultar complicado si no estoy ni cerca de saber lo que quiero, de cómo quiero ir construyendo mis sueños, mis anhelos.  Aunque esta vez existe (espero, deseo, creo) un poco de esperanza...

Pa' levantar el vuelo, una vez más.

Al parecer vuelvo a este blog cada año, o cada que las emociones o sentimientos comienzan a desbordarse y yo no puedo con mi desesperada humanidad. He aquí que estoy de regreso, pensando en lo que ha ocurrido desde la última vez que escribí, en 4 días será un año, poco o mucho las palabras están dando vuelta en la cabeza, se amontonan, giran, callan, susurran, se inquietan y mueren.  A la mala aprendí que debo dejar de hurgar en los recuerdos, tanto los propios como los ajenos, porque te puedes llevar sorpresas y entender eso de que la curiosidad mató al gato , aunque en mi caso sólo mató las posibles sonrisas, despertó las dudas y dejó una terrible incertidumbre. También puedo decir que dejé al fantasma que arrastré durante ocho años, se me perdió en el camino, tomamos caminos diferentes y sin darme cuenta avanzamos sin que nuestros pasos lograran coincidir una vez más.  Creo que desde siempre he estado en lucha contra las palabras, desde que recuerdo les huyo, me las trago,