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De cómo las Hojas llegaron a Puebla, y las palabras que les debo.

Viernes 11 de abril. A todos se nos hizo un poquito tarde; unos en autobús, otros en automóvil, alguien se cansó porque llevaba tacones (a quién se le ocurre), los del auto se perdieron un poco, pero al final, en una curiosa caja de chelas Victoria, llegaron las revistas. 
Me dijeron que me tocaba hablar, pero como ya todos saben, eso no es lo mío, así que dejé que Abraham irradiara toda la energía y emocionara a la banda que estaba en la sala; después, yo me dediqué a tartamudear, pero bueno, aquí es donde entra mi choro, aquello que no pude decir: 
Creo en las Hojas, he visto cómo han ido evolucionando, cómo comienzan a tomar forma, cómo mis compañeros, y amigos, ponen energía y pasión en ella, tenemos nuestros momentos de pereza (que pueden parecer muchos); sin embargo, seguimos en el intento, ¿qué buscamos? No estoy segura, al menos, yo estoy buscando encontrarme, o perderme, en cada uno de los textos que han formado parte de estas hojas volanderas, en las ilustraciones, en las imágenes; incluso en los errores que, seguro, se nos escapan en cada número. Pero eso es también la parte divertida, las Hojas van creciendo y nosotros también, tenemos la capacidad de re inventarnos, de experimentar, de jugar, de sentir.
Y pues ya, no los enredo más (ni les cuento de las chelas, las pasitas, la comida y demás :p ). 

Gracias a quienes estuvieron con nosotros, de cerquita y de lejos.


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