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Empezar por el principio

Empezar por el principio es el primer libro del año que me han regalado, creo, y últimamente TODO se reduce a ese título, comenzar de cero, comenzar de la nada, reconstruir o construir, depende de cómo lo veamos; empezar de nuevo, dije yo. 
Dejé al fantasma de años, pero me he creado otros, y estos tienen sus fantasmas, así que todo sigue siendo un vil círculo vicioso entre el pasado y un presente cada vez más confuso y extraño. Quiero aprender a confiar, a gritar, a caminar, paso a paso. Aprender a querer (lo), a sentir, a entender la vida de una manera diferente, y puede resultar complicado si no estoy ni cerca de saber lo que quiero, de cómo quiero ir construyendo mis sueños, mis anhelos. 
Aunque esta vez existe (espero, deseo, creo) un poco de esperanza...

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De cuando todo es nada.

Y sí, siempre vuelvo aquí cuando se me desmadra la ilusión, cuando los sentimientos andan todos locos, cuando odio, amo, río, lloro, miento madres, abrazo. Se me van los días entre tanta pinche mentira e ilusiones mal logradas. Yo debería escribir del día de su nacimiento, en el que nacieron todas las flores, el mismo día en que Dios estaba enfermo, y sin embargo estoy aquí, con las letras atrapadas en las yemas de mis dedos, con la sal marcando las mejillas, con un extraño sentimiento de coraje, decepción y tristeza. Y a pesar de todo, lo quiero en mis días, en mis pasos, en mi cama, en mi sonrisa. Lo quiero.  ______________________________________________________________________ A Mariana le ha dado por querer, por ofrecer algo más que el cuerpo, ese cuerpo que en las noches se consume en la agonía, cada verano su piel se estremece, se olvida.  Mariana y el engaño, Mariana y el sabor de la mentira en sus labios, Mariana y la poca certeza del ayer.   __________________

DON GÜERO

En los ojos del abuelo se encontraba el mar, yo no sé si él lo sabía porque sus oídos, hacía tiempo, habían dejado de escuchar . Don Boni iba de rancho en rancho vendiendo medias, servilletas, peines y  agujetas, cuando regresaba a casa sus nietos corríamos a su encuentro para ayudarle a cargar (arrastrar) las cajas de cartón a cambio de unos chicles. Es inevitable pensar en las canicas, en los yoyos, en cómo nos enseñó a bailar el trompo, en las historias que nos contó bajo el mezquite, en la ceja blanca y la ceja negra, la enorme sonrisa y aquel sombrero que conservo. El Güero fumaba sus Faros, aun cuando el humo ya había hecho estragos en la salud, se sentaba en la entrada de la casa y “escondía” el cigarro para que no sospecharan que seguía fumando, cosa curiosa, porque en su espalda una estela gris lo delataba. Abuelo, las cajas de cartón siguen arriba del ropero y tus nietos e hijos seguimos hurgando en ellas, pero ninguno desata los nudos porque nos da miedo

Ajedrez: Rosario Castellanos

Porque éramos amigos y, a ratos, nos amábamos; quizá para añadir otro interés a los muchos que ya nos obligaban decidimos jugar juegos de inteligencia. Pusimos un tablero enfrente de nosotros: equitativo en piezas, en valores, en posibilidad de movimientos. Aprendimos las reglas, les juramos respeto y empezó la partida. Henos aquí hace un siglo, sentados, meditando encarnizadamente cómo dar el zarpazo último que aniquile de modo inapelable y, para siempre, al otro. Subo este poema de Castellanos, porque me trae recuerdos, porque me traslada al juego que comenzamos, ese juego que ninguno de los dos quiere perder. ¿Quién hará el próximo movimiento?