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Mostrando entradas de septiembre, 2009

Entereza

Se respira ausencia en la habitación, en su mirada descubrí la tristeza, ella trató de esconder en su rostro el paso del tiempo y cada noche antes de dormir arropa la esperanza de volverlo a ver. Yo, torpemente olvidé las risas, las historias, ella las conserva intactas en su memoria, ella platica con él en sueños, él promete que volverá cuando sea el momento. Yo, sólo cumplo con el papel de espectadora y escribo lo que a muchos no interesará. Doña Julia, la mujer que más admiro y de la que estoy realmente orgullosa. ¡¡¡Y es que yo adoro a mi abue !!!! jeje

Escalera

Presté atención a sus movimientos mucho antes de que comenzara la tan esperada charla, por momentos me olvidé de lo condicionado de nuestro encuentro y lo limitado del tiempo, observé su ojos, observé sus labios, el roce de su mano en mi rodilla, las palabras no fueron forzadas y los silencios no se presentaron, las sonrisas de dos cómplices, los amigos de un pasado cada vez más cercano. ¿Qué podía hacer? Estaba sentado frente a mí con la sonrisa de ayer, una vez más los recuerdos saltaban a la vista en mis risas torpes e inútilmente discretas. Los minutos caducaban y escalón por escalón, revivió el temor. Fueron innecesarios los pretextos para justificar ese beso, no me importaban las explicaciones, esa noche disfruté sus besos, sus caricias, no puedo negar que deseaba ese momento. Su respiración agitada, el rápido ir y venir de los latidos de su corazón y el tiempo contenido en nuestros cuerpos fueron el motivo perfecto para alterar el significado que le he otorgado al término esc

Ajedrez: Rosario Castellanos

Porque éramos amigos y, a ratos, nos amábamos; quizá para añadir otro interés a los muchos que ya nos obligaban decidimos jugar juegos de inteligencia. Pusimos un tablero enfrente de nosotros: equitativo en piezas, en valores, en posibilidad de movimientos. Aprendimos las reglas, les juramos respeto y empezó la partida. Henos aquí hace un siglo, sentados, meditando encarnizadamente cómo dar el zarpazo último que aniquile de modo inapelable y, para siempre, al otro. Subo este poema de Castellanos, porque me trae recuerdos, porque me traslada al juego que comenzamos, ese juego que ninguno de los dos quiere perder. ¿Quién hará el próximo movimiento?