Ir al contenido principal

Ajedrez: Rosario Castellanos

Porque éramos amigos y, a ratos,
nos amábamos;
quizá para añadir otro interés
a los muchos que ya nos obligaban
decidimos jugar juegos de inteligencia.

Pusimos un tablero enfrente de nosotros:
equitativo en piezas, en valores,
en posibilidad de movimientos.
Aprendimos las reglas, les juramos respeto
y empezó la partida.

Henos aquí hace un siglo, sentados,
meditando encarnizadamente
cómo dar el zarpazo último que aniquile
de modo inapelable y, para siempre, al otro.



Subo este poema de Castellanos, porque me trae recuerdos, porque me traslada al juego que comenzamos, ese juego que ninguno de los dos quiere perder.
¿Quién hará el próximo movimiento?



Comentarios

  1. Quizás lo mejor sería que el viento soplara y tirara las piezas?
    Besotes Berenitze..

    ResponderEliminar
  2. una más...
    Creo que sería la mejor opción, así no quedaría espacio para la incertidumbre.

    ResponderEliminar
  3. saludos..
    te invito a pasar a mi caja..
    un abrazo!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

No me pregunten cómo pasa el tiempo

Llueve mientras comienzo a escribir, estoy en la casa paterna-materna, lugar en el que comenzó todo. Hace algunos años comencé de terca con las Letras. Este camino ha sido largo, muuuuuy largo dirán algunos, ahora ya no me importa lo que opinen (creo). Estuve en  Guanajuato, en la linda y querida Valenciana, conocí personas extraordinarias, viví, sentí y creí en la vida. Hice amigos a quienes muchas veces, y sin que ellos lo supieran, los llamé mis hermanos, pero bueno de Guanajuato ya hablé en   uno siempre vuelve a los viejos sitios... Después, por azares del destino, o por la bendita zonzez que me caracteriza, dije adiós a la ciudad de cantera y llegué a la ciudad del caos, al odiado y querido Distrito Federal. Nunca me han gustado los cambios, cuando entré a la UAM-I parte de mí seguía en Guanas, me reclamé los errores, lloré como Magdalena, estaba enojada, pero, las sorpresas llegaron, creo que de alguna manera las cosas siempre vuelven a su cauce, siempre. Aquí ta...

Instantes de nada

Se han dicho muchas frases, palabras totalmente fuera de sentido, mentiras, verdades, se han aplacado las ganas, el placer. Se han dado besos, robado caricias, escuchado gemidos, lanzado gritos. Hemos sido las fieras que cumplen salvajemente el deseo. Se han gozado los cuerpos, mordido los labios, reconocido los sexos. Sin embargo, queda una sensación de vacío, un silencio incomodo entre la distancia y la duda, entre el ayer y el hoy. Se han olvidado los encuentros, han muerto las sonrisas y ha vuelto el misterio en la mirada de quien dice mucho con tan poco.

Mis muertos, mi lugar

En Cortazar, indepedientemente del 1 y 2 de noviembre, se va al panteón el segundo lunes de noviembre, le conocemos como “Día del aniversario”, no estoy segura de dónde surge este término, pero imagino que nos esperamos a esta fecha porque los días de feria se mezclan con los días de recuerdos. En mi memoria tengo presente que en las calles que conducen al panteón (al viejo y al nuevo) se encontraba de todo: buñuelos, veladoras, nube, gorditas, botes para poner las flores, pastel, cempasúchil, claveles, rosas, incienso… era una mezcla de olores que se combinaba con la añoranza. Mi abuela se iba temprano al panteón a limpiar las tumbas de los suyos, el primer paso dentro del cementerio me hacía estremecer, pero entre los tríos, mariachis, grabadoras con la música que más gustaba, el shshsh shshsh de las escobas en el cemento frío de los queridos, niños ofreciéndose (a cambio de unas monedas) a llevarte agua a la tumba y las voces temblorosas rezando el rosario, recordaba que est...